5 de Noviembre

Publicado en 10 Noviembre 2012

5 de Noviembre

El frio de la noche daba lugar a los finales del otoño, las calles aun con algunas personas se iluminaban bajo luces amarillas que combinaban con el color del asfalto humedecido y brillante, no tenía cerca de diez minutos de haber arribado al lugar y las ansias por verle ya le estaban dominando, sentía aquel impulso llamándole para empezar a mover las piernas en dirección hacia donde vivía más tenía en claro que solo agravaría las cosas si se presentaba a tan altas horas (según algunos claro) de la noche. Dejo caer con suavidad su cuerpo pesado por el cansancio de un día largo y atareado sobre el pavimento que en ese momento le hacía de compañía, pues la luna, su siempre y fiel seguidora se encontraba escondida tras un manto gris de nubes que cubrían en su totalidad aquel cielo de un nuevo invierno.

Se dejo vencer por lo pesado de sus parpados y sin poder hacerles saber que debían permanecer vigilantes a su llegada decidieron cerrarse en un solo movimiento abriendo paso a un sueño ligero y rápido; rápido según él pues le había despertado al momento de parpadear, o al menos eso creía. Botas color café, esas que son de gamuza; unos jeans azules y una blusa color morado pálido escondida bajo una chaqueta a juego con las botas es lo que su acompañante de sueño llevaba puesto en el momento que le vio. Se encontraba dormida sobre de su hombro y había sido esa calidez familiar que le despertó de aquella pequeña siesta involuntaria; la encontró sonriendo, soñando con algo placentero quizá. La noche transcurría su marcha como las demás personas en aquella ciudad, les miraba pasar frente a ellos riendo, disfrutando y conviviendo. El cielo seguía de ese tono gris que premonisa una tormenta. No importaba nada más, ese era su momento, algo que había esperado por tanto tiempo y que no dejaría que nada ni nadie interrumpiera, ver su rostro con una sonrisa plasmada en el, sentir su calor cerca del pecho y aquel aroma que inclusive lograba sobreponerse al del perfume que usaba. El tenerla en sus brazos era algo que no dejaría que terminase.

Con la velocidad de aquel pensamiento fue la misma con la que todo eso terminó, pues una gota traicionera logro pasar desapercibida hasta la mejilla de aquella bella durmiente y como cual beso de príncipe azul, su despertar fue inevitable, más para su buena fortuna el cese de aquel instante abrió pie a otro nuevo; un par de labios cálidos se posaron en esa fría mejilla de invierno haciéndole recordar que dentro de poco tiempo una nueva estación emergería de todo esa frialdad y de entre todos, dejando calidez y un nuevo comienzo. La sangré le recorría el rostro demostrando cierta vergüenza por haber estado tan desprevenido y tan absorto en aquella sonrisa soñadora que un permanecía impresa en sus ojos. Las miradas de dos amantes (muchos sabemos qué tipo de mirada son) se cruzaron casi al unísono y se saludaron con un parpadear sincronizado, una nueva sonrisa se dibujaba en aquellos rostros que danzaban entre mejilla y mejilla como queriendo aferrarse a lo más alto de ellas para no desaparecer nunca, las palabras no hacían falta y el silencio sobraba, fue por ello maullido de algún gato callejero que se encontraba en las lejanías de sus mentes les brindó algo de música ambiental, pues como todos bien saben, al estar con esa persona que tanto anhelas y tanto disfrutas hasta el bullicio más estrepitoso de la gran ciudad se convierte en una sinfónica de cuerda y viento tocando para el más fino y delicado de los sentidos.

Las miradas continuaron estáticas, queriendo perderse en un profundo mar de color marrón verdoso pero pareciera que sus rostros tenían otros planes para ese par de miradas, pues de un momento a otro se detuvieron y las sonrisas desaparecieron de igual forma. Dos pares de labios pasaron a formar un diminuto puente por el cual transitaban emociones y mensajes de amor (pues si mi querido lector, igual es bueno tener algo cursi entre el apasionado amor de dos amante), como si fuese algo prohibido los parpados impedían la visión del otro, pues por regla entre amores se dice que durante el momento en que todo ese amor y emociones se envían de un lado a otro, está mal el ver ese movimiento ya que puede afectar al destinatario, impidiéndole que este reciba todo completo.

Sin siquiera haber podido terminar ese primer beso, otra pequeña gota traicionera la cual había fijado su ruta desde aquel cielo nocturno que era testigo de un encuentro tan añorado decidió caer sobre la frente de aquel chico que sin poder resistirse abrió los ojos solo para descubrir que su acompañante no se encontraba frente a él y que el verdadero culpable de haberle hecho perder aquel sueño, se encontraba deslizándose por la parte interna de su ojo derecho esperando para hacer compañía de una diminuta lagrima que deseaba escapar y mesclase con la fría noche del fin del otoño. De no ser por un suave golpeteo en el suelo de un par de botas color café, de ese café típico de la gamuza, aquella lágrima hubiese logrado su cometido. Una mano cálida, de esa calidez familiar a la que uno está acostumbrado se ofreció con una taza de cartón con un humeante café (Y todos sabemos igual que al café le encanta resaltar de más durante las noches de invierno) a la cual una mirada penetrante y casi atónita le siguieron, como si un camino amarillo fuese el que estaba trazado en ella para toparse con un chaleco a juego con esas botas cafés de típica gamuza café y más arriba una sonrisa que marco unos suaves movimientos dejando resonar en su mente “me encanta verte sonreír al dormir, es por eso que no te he despertado”.

Escrito por Jorge Alcocer

Etiquetado en #Me, #For You, #Monthversary

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N
El cumpleaños de mi mujer!!! lo siento, tenía que decirlo jajajajaja.<br /> Este ha sido el más bonito que he leído, en serio, sentí la calidez en el corazón al momento de leerlo y contrastaba muy bien con el sentimiento de frío que produce el final de otoño.<br /> Tengo que dibujar una escena de tu escrito, me gustó mucho y hasta me imaginé a los personajes.<br /> Ahhhh!!! el amor, que lindo es!
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